Un banco en el parque. Luis y Anna están sentados, Luis está leyendo un periódico.
Luis: “Anna, mira esto. En Louisiana, han puesto reglas estrictas para nombrar a los bebés.” Anna: “¿Qué sigue? ¿Regulaciones sobre cómo cortar el pastel de cumpleaños?”
Anna mira de cerca el artículo del periódico, con el titular: “Normas Únicas para Nombres de Bebés en Louisiana.”
Luis (leyendo): “Prohíben obscenidades, apellidos con guiones y marcas diacríticas.”
Anna: “Así que ‘María-José’ ahora es solo ‘Maria’ o ‘Jose’.”
Anna se ve incrédula, Luis levanta una ceja.
Anna: “¿Y qué pasa con las familias latinas que valoran ambos apellidos?”
Luis: “Al parecer, en Louisiana prefieren simplificar la genealogía.”
Anna se ve confundida, Luis se ve divertido.
Anna: “¿Y si la madre no estaba casada 300 días antes del nacimiento?”
Luis: “Entonces es del esposo, a menos que decidan cambiarlo.”
Anna: “Necesitarán un manual para eso.”
Anna: “Próximo paso de Louisiana: Todos los bebés se llamarán ‘Juan’ o ‘Ana’.”
Luis, con una sonrisa pícara: “A este paso, en Louisiana van a empezar a cobrar impuestos por cada sílaba en el nombre.”
Anna, entre risas: “¡Imagínate! ‘Juan’ sería económico, pero ‘Alejandro’ te costaría una fortuna.”
Luis y Anna, aún con sonrisas en sus caras, se levantan del banco y comienzan a jugar alegremente entre los árboles del parque, olvidando por un momento el mundo de los adultos y sus curiosas reglas.